N° 2.- La silla de la muerte: la historia de esta silla comienza en 1702, cuando Thomas Busby, un asesino condenado a muerte, cumplió su último deseo de almorzar en su pub predilecto, en Thirsk, Inglaterra. Tan pronto terminó de comer, se levantó y conjuró: "Que la muerte repentina le venga a todo aquel que se atreva a sentarse en esta silla." Desde entonces, los sucesivos encargados del local notaron que las personas que se sentaban en la silla nunca volvían. La lista es inacabable, aunque se cuentan entre los primeros casos el de varios militares de una base cercana. A medida que la macabra fama de la silla trascendió, mucha gente se atrevió a desafiarla y en ningún caso hubo sobrevivientes. Hoy, la silla se exhibe en un museo, en donde fue situada a cinco metros del suelo para evitar que alguien accidentalmente se siente en ella.
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